Un estudio realizado por la Universidad de New South Wales , de Australia, dejó en evidencia uno de los grandes males de la práctica psicológica de la actualidad. Según el informe, más de tres cuartos de los pacientes estudiados con motivo de la investigación, fueron diagnosticados con un cuadro depresivo cuando sólo estaban atravesando un estado de tristeza.
Se llegó a esta conclusión luego de estudiar, durante 15 años, a 242 personas que habían sido diagnosticadas como depresivas. Según las conclusiones de Gordon Parker, el psiquiatra a cargo de la investigación, el 75 por ciento de los pacientes habían sido mal diagnosticados.
Según Parker, estas diferencias de criterios se deben a que la definición de la depresión en la actualidad es muy difusa y amplia. De este modo, los márgenes de error a la hora de realizar el diagnóstico aumentan y, por ende, las dificultades para poder solucionar el problema del paciente.
Según publica el diario Clarín, no se necesitan exámenes para poder diagnosticar un cuadro depresivo. Entonces, cuando se hace en función del relato del paciente, que a su vez sufre distorsiones, la posibilidad de hacer un mal diagnóstico crece.
Los problemas de los medicamentos anti depresivos:
Uno de los grandes peligros de la medicación es que puede ser contraproducente para la evolución del cuadro del paciente. Lo que se crea es un estado artificial, al que la persona se acostumbra, y termina por obligarse a mejorar, cuando en realidad eso no depende del paciente, al menos no totalmente.
“Me parece que esos casos no ameritan el uso de medicamentos pisquiátricos y lo correcto sería dejar que la persona realice el proceso natual del duelo”, explica al diario Clarín el pisquiatra, Ricardo Rubinstein. Además, el médico agregó que lo que se busca es tratar el problema con psicofármacos, por ende, “el conflicto no termina de elaborarse y esto después puede complicarle al paciente la conexión que establece con nuevas situaciones de su vida”.
Para Marcelo Cetkovich, jefe del Departamento de Psiquiatría de la Fundación Favaloro, uno de los motivos por los que se producen estos diagnósticos desacertados se debe a que “persiste el prejuicio de medicar sin justificación, sumado a que se suele trivializar a la depresión al considerársela como una cuestión de voluntad, cuando en realidad se trata de una enfermedad”.
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