Por Humberto Márquez.
CARACAS, 22 dic (IPS) - La decisión del presidente electo de Ecuador, Rafael Correa, de desistir de viajar a Colombia como tenía previsto, tomada mientras estaba en Venezuela, hizo escalar otro peldaño al enfrentamiento en los países andinos, que tiene implicancias políticas, militares y ambientalistas.
"Con mucho dolor hemos decidido suspender la visita a Bogotá", dijo Correa el jueves de noche en Caracas junto a su anfitrión y aliado de privilegio, el presidente venezolano Hugo Chávez. "No podría estar visitando a nuestro hermano pueblo colombiano mientras nos están bombardeando con glifosato en la frontera", justificó. Colombia lanzó una fumigación masiva aérea sobre unas 10.000 hectáreas sembradas de coca en una zona de la frontera sur con Ecuador. De inmediato desde Quito, tanto el presidente en ejercicio, Alfredo Palacio, como Correa, quien lo sucederá a partir del 15 de enero, exigieron la suspensión de esas operaciones alegando que el herbicida contamina a uno y otro lado de la línea divisoria. En el fondo hay también un tema de soberanía, pues la decisión de Bogotá de usar el polémico glifosato es unilateral y contraviene un acuerdo de 2005 entre ambos países para excluir la zona fronteriza del herbicida hasta que estudios independientes estableciesen su impacto sobre el aire, aguas, cultivos, la flora y la salud de personas y animales. "Todo esto configura un momento muy peligroso, por lo que puede ser la reacción del Comando Sur (del ejército) estadounidense", advirtió a IPS el politólogo Alberto Garrido, docente en la venezolana Universidad de Los Andes. "Con los pasos que se están dando se tambalea la estructura militar que ese comando ha instaurado en el área andina", agregó. Correa anunció que no renovará en 2008 el contrato para que el Comando Sur opere en Manta, en la costa ecuatoriana del océano Pacífico, la única base militar estadounidense en América del Sur, y además se opone al Plan Colombia, de combate antidroga y contrainsurgente y que cuenta con financiación y asistencia en técnica de Washington. Desde 2004, cuando estaba a la cabeza del Comando Sur el general James Hill, el Departamento de Defensa de Estados Unidos ha propuesto al Plan Colombia como base de una más amplia "iniciativa regional andina", recordó Garrido. Hill incluyó entre las amenazas a la seguridad estadounidense el "populismo radical" que expresaría Chávez. A esa línea radical se sumó Bolivia, al elegir como presidente al izquierdista Evo Morales, "quien bloquea las iniciativas estadounidenses sobre la producción de coca en la región del Chapare", según el analista. Ahora Ecuador sería el tercero andino en ese "eje". Correa "refuerza la línea de los izquierdistas radicales que gobiernan en América del Sur y tienen la llave de fuentes importantes de energía", comentó a IPS María Romero, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Central de Venezuela. En Venezuela, Correa pactó el refino en destilerías de este país de 100.000 barriles diarios de crudo ecuatoriano con destino a su mercado interno. El mandatario anfitrión ordenó ejecutar la operación al costo. "No les cobraremos ni un centavo, porque entonces no estaríamos ayudándolos", dijo Chávez. Pero además Correa consiguió de Caracas la promesa de que estudiará un posible regreso a la Comunidad Andina de Naciones (CAN, conformada por Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú), de la que Venezuela se retiró este año. Ese pedido también se lo ha hecho Morales. Si hubiese dudas del fuerte vínculo Correa-Chávez, fue en Caracas donde el presidente electo de Ecuador condicionó su visita a Colombia, prevista para iniciarse la tarde del jueves, a la suspensión de las aspersiones con glifosato en la frontera por parte del presidente de ese país, el derechista Álvaro Uribe. Que se haga "al menos mientras yo esté en Bogotá", requirió. Colombia negó de plano esa posibilidad: "Es una cuestión de seguridad nacional. Estamos abiertos a discutir alternativas a las fumigaciones, pero éstas se mantendrán mientras no exista una posibilidad que evite el crecimiento de las siembras" de cultivos ilegales, señaló el ministro colombiano de Defensa, Juan Manuel Santos. "Es una coincidencia. Parece que Correa tuvo un cambio de actitud (sobre su visita a Bogotá) después de reunirse con Hugo Chávez", comentó por su parte el ministro colombiano del Interior, Carlos Holguín. Par no dar su brazo a torcer, fue este viernes, después que Correa canceló la visita a Bogotá, que Holguín anunció "la suspensión de las fumigaciones, dentro de unos cinco o seis días, pues hasta ahora las aspersiones han abarcado la mitad del área prevista". Colombia y Venezuela, con presidentes ideológicamente en las antípodas, sostuvieron en el pasado reciente ásperas controversias políticas y diplomáticas, pero desde 2005 han puestos sordina a sus diferencias y mantienen una muy cordial relación personal. Garrido sostiene que las fumigaciones "son también una demostración de fuerza de Colombia, una vez que Uribe, luego de su reelección, confronta un panorama inesperadamente complicado en el proceso de pacificación de las (paramilitares) autodefensas de derecha y la persistencia de los sembrados de droga y el tráfico de esas sustancias". En su opinión, "eso significa que el Plan Colombia, en su fase actual de Plan Patriota no está dando los resultados esperados y Uribe necesita mostrar acción, saltando sobre sus problemas internos hacia el exterior, para no desmoralizar a sus Fuerzas Armadas y dar continuidad a los entendimientos con Washington". La política exterior de Estados Unidos, incluida la latinoamericana, está sometida a nuevas evaluaciones tras la victoria, en el país del norte de América, del Partido Demócrata sobre el gobernante Republicano en las elecciones legislativas de mitad de período, y también ante los éxitos electorales de la izquierda en América Latina el último año. En el caso andino, los objetivos de seguridad de Estados Unidos distan de ser logrados, según Garrido, "y eso presagia situaciones difíciles, pues halcones en Washington pueden examinar hipótesis desde extremos, como declarar una derrota, lo que equivaldría a la caída del Estado colombiano, hasta profundizar la guerra y llevarla a la región andina".
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