El hambre avanza sobre nuestros pequeños que titilan en algún rincón del desamparo. El país se desangra en niños. Más de la mitad de nuestros niños menores de 18 años, se encuentran viviendo en la pobreza. Decenas de niños se mueren por día -menores de 5 años- por causa de miseria. Cuando hablamos de mortandad infantil no solamente deberíamos incluir a los pequeños que se lleva la muerte sino también a los niños dañados -para siempre- física, intelectual y emocionalmente antes del nacimiento de las palabras.
El hambre es un crimen que aniquila el prodigio de la vida. Debe ser detenido. Si o si. Porque en nuestro país no faltan riquezas, ni alimentos, ni platos, ni madres, ni médicos, ni maestros, faltan en cambio la voluntad política, la imaginación institucional, la comprensión cultural y las ganas de construir una sociedad de semejantes, para decir trabajo, para cantar infancia, para besar familia.
Sin una infancia sana, amasada y entera es impensable una Argentina mejor. Porque un país que mutila a sus niños es un país que se condena a sí mismo.
El 7 de mayo cientos de niños y educadores comienzan en Puerto Iguazú -Misiones- una marcha que recorrerá 4600 kilómetros para amanecer pueblos “labrados como la tierra”. Para llegar a Plaza de Mayo el viernes 18, buscando ese latido de cristal que abriga nuestra gente, para terminar con una sociedad -que en la mayoría de los casos- no da hijos sino hambre, que no da futuro sino Paco.
Encontrarnos para que no se nos caigan niños “acabaditos de nacer”, para imaginar el amor o cucharitas que revuelvan la taza caliente de la mañana. Sí, juntarnos para diseñar la nueva utopía “airosos como las alas”.
Alberto Morlachetti :Coordinador Nacional Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo.
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