martes, 20 de febrero de 2007

Preocupa la inseguridad a los comerciantes de Mármol.


Los dueños de los negocios cercanos a la estación de trenes aseguran que cada vez la cantidad de robos es creciente y manifestaron que tienen que atender tras las rejas porque temen ser víctimas de los asaltos. Además señalan que los ladrones suelen escaparse por las vías del ferrocarril porque parece ser un camino liberado.

Rejas, alarmas y cierres en conjunto son algunos de los recursos que utilizan los comerciantes de las zonas aledañas a la estación de trenes de Mármol porque, según indicaron a Info Región, “los robos son moneda corriente” en el lugar. De acuerdo a lo señalado por vendedores de la zona, se está viviendo una época de inseguridad, por lo que muchos comercios tuvieron que cerrar y los que “continúan en pie” atienden tras las rejas, porque todos fueron víctimas de hechos delictivos. “Estamos en una zona residencial, pero no sólo está todo sucio permanentemente sino que la seguridad es un desastre”, aseveró Carlos Vergara, dueño de la pizzería que se encuentra frente a la estación, y remarcó que junto a su hija tienen otro comercio sobre la misma cuadra y que cada vez que abre o cierra el local él “tiembla” porque no sabe lo que puede suceder.En diálogo con Info Región Soledad Vergara recalcó las mismas inquietudes de su padre y aseveró que la presencia policial es escasa, y siempre que pasa algo “nunca están” o “llegan tarde”.Aunque los damnificados reconocen que “de vez en cuando pasa algún patrullero”, insistieron que no es suficiente porque están expuestos a los asaltantes, que por la presencia de las vías encuentran un “rápido canal de escape”. “Tenés que estar atento a todo porque pasan cientos de personas a diario y siempre algo falta en los comercios”, comentó Saúl Luján, al frente de un almacén, y remarcó la necesidad de mayor presencia policial porque cree que "si pasaran más seguido robarían menos”.En cuanto al alumbrado y la limpieza, los comerciantes señalaron que ese aspecto está “a su cargo” ante la asuencia del municipio, y explicaron que cada uno es responsable de mantener limpia e iluminada la zona porque parece que la municipalidad "no se encarga de esos aspectos" en la zona. “Si nosotros no ponemos faroles y no nos encargamos de barrer, acá nos comen las ratas, porque el barrendero pasa una vez cada tanto y si nos ponemos a hacer los reclamos podemos estar toda la vida esperando una luz”, sentenció Soledad. La estación de ferrocarriles tampoco está exenta a los saqueos y el vandalismo porque el año pasado rompieron un cajero automático que se encontraba en la puerta.Incluso la dueña de unos de los Kioscos padeció una terrible experiencia cuando, hace un año, su esposo fue asesinado en el comercio cuando se resistió al asalto. “El 3 de enero del año pasado mataron a mi esposo en un intento de robo”, comentó con dolor Carmen Amaya, que tras la muerte de su marido se encarga de atender el local, y aseveró que desde ese momento atiende detrás de las rejas porque vive con miedo a la reacción que pueden tener sus hijas, que muchas veces la acompañan.Y agregó: “La policía pasa cada muerte de obispo cuando se sabe que en esta zona hay una gran cantidad de robos por semana”. En la cuadra, todos los comercios fueron asaltados por lo menos una vez, pero en uno de los casos un comercio fue robado más de quince veces y su dueño expresó que “está cansado” de ser víctima de los asaltantes que “actúan con total impunidad”. “Abro de 8 de la mañana a 9 de la noche todos los días desde hace doce años, y me asaltaron más de quince veces”, señaló Rodrigo Furnaro, y aseguró que, aunque siempre fueron asaltos con armas, nunca lo hirieron, pero comentó que el miedo a resultar lastimado siempre está “latente”. Los comerciantes explicaron que el peor turno es el de la tarde, porque como muchos comercios cierran la calle se vuelve “un desierto” y los pocos negocios que mantienen las “puertas abiertas” son un “blanco fácil” para los ladrones. Oscar Garay, dueño de la casa de comidas rápidas situada en la calle Bynnon y las vías remarcó que “el grave problema es la cantidad que baja y sube del transporte porque en el tumulto se mezclan los asaltantes y nunca más los volvés a ver”, y aseveró que muchas veces calculan los horarios en los que pasa el tren, y el cocinero hasta vio cómo las personas que robaron su local se subían a un vagón mientras la formación estaba en marcha.La agencia de lotería de la cuadra hace tan sólo 2 meses que está en el barrio, pero ya fue asaltada en una oportunidad. “Tenemos rejas eléctricas para controlar a quiénes dejamos pasar y a quiénes no, pero como la clientela cambia todos los días tenemos que abrir las puertas a la gran mayoría”, detalló Bárbara Florentini, empleada, quien comentó que sus dueños no dijeron nada porque cuando pusieron el comercio en esa zona “ya sabían a que se atenían”. Muchos comercios tuvieron que cerrar porque “se cansaron de ser robados”. “La panadería, la remisería y la heladería, entre otros, dejaron de funcionar porque los asaltos cada vez se volvían más frecuentes y agresivos, porque cada vez están más drogados y no se conforman con nada”, comentó Amaya desde su Kiosco ubicado en la intersección de las calles 4 de julio y Bynnon. Los comerciantes esperan poder ver mayor presencia de efectivos porque afirmaron que “la situación que atraviesan es crítica”.

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