Oxímoron en un libro escrito por el ingenio y la pluma del subcomandante Marcos, en representación del E.Z.L.N y el movimiento rebelde zapatita, desde las montañas del sureste Méxicano.
En pocas palabras, es una aguda descripción de algo que es hoy -y lo era en el momento en que fue escrito, año 2000- una realidad; la globalización, su mega mercado y la distribución creciente de –léase globalización del- fascismo.
Aquí van unos párrafos seleccionados de la obra...
“En la figura que se llama oxímoron, se aplica a una palabra un epíteto que parece contradecirla; así los gnósticos hablaron de una luz oscura; los alquimistas, de un sol negro”. Jorge Luis BorgesUn hecho irrefutable: la globalización está aquí. No la califico (todavía), simplemente señalo una realidad. Pero, puesto que oxímoron, hay que señalar que se trata de una globalización fragmentada.La globalización ha sido posible, entre otras cosas, por dos revoluciones, la tecnológica y la informática. Y ha sido y es dirigida por el poder financiero. De la mano, la tecnología y la informática (y con ellas el poder financiero) han desaparecido las distancias y han roto las fronteras. Hoy es posible tener información de cualquier parte del mundo, en cualquier momento y en forma simultánea. Pero también el dinero tiene ahora el don de la ubicuidad, va y viene en forma vertiginosa, como si estuviera en todas partes al mismo tiempo. Y más, el dinero le da una nueva forma al mundo, la forma de un mercado, de un mega-mercado.Sin embargo, a pesar de la “mundialización” del planeta, o más bien precisamente por ella, la homogeneidad está muy lejos de ser la característica de este cambio de siglo y de milenio. El mundo es un archipiélago, un rompecabezas cuyas piezas se convierten en otros rompecabezas y lo único realmente globalizado es la proliferación de lo heterogéneo.Si la tecnología y la informática han unido al mundo, el poder financiero que las usa lo ha roto utilizándolas como armas, como armas en una guerra. Antes hemos dicho (el texto se llama “Siete piezas sueltas del rompecabezas mundial”, EZLN, 1997)-1- que en la globalización se lleva a cabo una guerra mundial, la cuarta, y que se desarrolla un proceso de destrucción/despoblamiento y reconstrucción/reordenamiento (estoy tratando de resumir apretadamente, sed benévolos) en todo el planeta. Para la construcción del “nuevo orden mundial” (Planetario, Permanente, Inmediato e Inmaterial, siguiendo a Ignacio Ramonet), el poder financiero conquista territorios y derriba fronteras, y lo consigue haciendo la guerra, una nueva guerra. Una de las bajas de esta guerra es el mercado nacional, base fundamental del Estado-Nación. Éste último está en vías de extinción, o cuando menos, lo está el Estado-Nación tradicional o clásico. En su lugar, surgen mercados integrados, o mejor aún, tiendas departamentales del gran mall mundial, el mercado globalizado.Las consecuencias políticas y sociales de esta globalización son figura de oxímoron reiterada y compleja: menos personas con más riquezas, producidas con la explotación de más personas con menos riquezas, la pobreza de nuestro siglo es incomparable con ninguna otra. No es, como lo fuera alguna vez, el resultado natural de la escasez, sino de un conjunto de prioridades impuestas por los ricos al resto del mundo ; para unos cuantos poderosos el planeta se abrió de par en par, para millones de personas el mundo no tienen lugar y vagan errantes de uno a otro lado; el crimen organizado forma la columna vertebral de los sistemas judiciales y de los gobiernos (los ilegales hacen las leyes y “guardan el orden público”); y la “integración” mundial multiplica las fronteras.(…)Lo inevitable” tiene nombre hoy: globalización fragmentada, pensamiento único – es decir, la traducción en términos ideológicos y con precisión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económica, en particular las del capital internacional -, fin de la historia, omnipresencia y omnipotencia del dinero, reemplazo de la política por la policía, el presente como único futuro posible, racionalización de la desigualdad social, justificación de la sobreexplotación de seres humanos y recursos naturales, racismo, intolerancia, guerra.En una época marcada por dos nuevos paradigmas, comunicación y mercado, el intelectual de derecha (y ex de izquierda) entiende que ser “moderno” significa cumplir la consigna: ¡adaptaos o perded vuestros privilegiados lugares! Ni siquiera tiene que ser original, el intelectual de derecha ya tiene la cantera de la que habrá que picar piedras que adornen la globalización fragmentada: el pensamiento único.La asepsia no importa mucho, el pensamiento único sus principales “fuentes” en el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico, la Organización Mundial de Comercio, la Comisión Europea, el Bundesbank, el Banco de Francia que, mediante su financiamiento, enrolan al servicio de sus ideas a través de todo el planeta a numerosos centros de investigación, universidades y fundaciones, los cuales, a su vez, perfilan y difunden la buena nueva .Con tal abundancia de recursos, es fácil que florezcan élites que, desde hace años, se emplean a fondo en hacer los elogios del “pensamiento único”; que ejercen un auténtico chantaje contra toda reflexión crítica en nombre de la “modernización”, del “realismo”, de la “responsabilidad” y de la “razón”; que afirman el “carácter ineluctable” de la evolución actual de las cosas; que predican la capitulación intelectual, y arrojan a las tinieblas de lo irracional a todos los que se niegan a aceptar que “el estado natural de la sociedad es el mercado” .Lejos de la reflexión, del pensamiento crítico, los intelectuales de derecha se convierten en los pragmáticos por excelencia, destierran la función intelectual y se transforman en ecos, más o menos estilizados, de los spots publicitarios que inundan el mega mercado de la globalización fragmentada.Refuncionalizados en la globalización fragmentada, los intelectuales de derecha modifican su ser y adquieren nuevas “virtudes” (entre ellas reaparece oxímoron): una audaz cobardía y una profunda banalidad. Ambas brillan en sus “análisis” del presente globalizado y sus contradicciones, sus revisitaciones al pasado histórico, sus clarividencias. Se pueden dar el lujo de la audaz cobardía y de la profunda banalidad, puesto que la hegemonía universal casi absoluta del dinero los protege con torres de cristal blindado. Por esto, la derecha intelectual es particularmente sectaria y tiene, además, el respaldo de no pocos medios de comunicación y gobiernos. El ingreso a esas altas torres intelectuales no es fácil, hay que renunciar a la imaginación crítica y autocrítica, a la inteligencia, a la argumentación, a la reflexión, y optar por la nueva teología, la teología neoliberal.Puesto que la globalización se vende como el mejor de los mundos posibles, pero carece de ejemplos concretos de sus ventajas para la humanidad, debe recurrir a la teología y suplir con dogmas y fe neoliberales la falta de argumentos.(...)
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