Carta abierta a mis conciudadanos:
Leyes permisivas permiten que se perjudique nuestra salud. El ambiente no sólo ya está muy contaminado, sino que sigue en un franco proceso creciente de deterioro. Aunque las autoridades hagan como que no pasa nada (oídos sordos), o digan que no es tal, el daño al ambiente está a la vista. Caca flotando en los arroyos, pañales tirados en el agua, jeringas, preservativos, bolsitas, latas, botellas, vidrios, envases plásticos, pilas, elementos cancerígenos, detergentes, venenos, plásticos, hidrocarburos, metales pesados contaminantes, son volcados alegremente por todas partes. A mi ambiente. A nuestro ambiente. ¿No es nuestro este país?
Hay personas, funcionarios y empresarios que son culpables de esta realidad, porque la provocan o porque no la cambian. No se enseña a la gente a no contaminar como si no se supiera que no hay que contaminar. No solamente los miles de empleados y encargados directos de los cientos de oficinas de medio ambiente que tenemos en Argentina. Tampoco los otros, que son indirectamente responsables también, no solamente porque sufren las consecuencias de la contaminación como sus familias, sino porque por ser funcionarios tienen mayores responsabilidades que las personas comunes como nosotros. ¿Por qué no cambian esta realidad?
No la cambian. Entonces la deberemos cambiar nosotros, todos juntos.
Hace falta que seamos TODOS, JUNTOS. No esperemos a mañana para decir basta. Digamos basta hoy.
Los procesos para no contaminar son técnicamente conocidos, pero no se usan para ahorrar sus costos: son los costos que habría para no contaminar. Los costos que tendremos luego para eliminar la contaminación ambiental o remediar la salud debida a enfermedades provocadas por la contaminación ambiental que a veces provoca enfermedades y hasta las pérdidas de vidas son infinitamente mayores. Se llaman costo social y pasivo ambiental.
Contaminar genera un pasivo ambiental que queda a nuestro cargo, que es costoso. Según nuestra constitución nacional y las leyes del ambiente, corresponde cobrárselo a quienes contaminan. Mientras pocos lo saben, pocos lo exigen. Pero como es la base por la que los funcionarios cobran (coimas o tasas) a los empresarios que contaminan, permitiéndoles así seguir contaminando, es muy probable que sin nuestra participación determinada y directa este problema no se solucione definitivamente. Los municipios a veces cobran (tasas) porque así incluyen permisos de contaminar impunemente nuestro ambiente, o para así postergar con fechas o indefinidamente, la solución al perjuicio ambiental que mientras se sigue provocando, y el perjuicio es directo a nuestra salud, a la comunidad y al ambiente. Hacer la vista gorda el inspector para no ver el efluente que sale sin haber pasado por el proceso correspondiente en la planta de tratamiento, tiene un precio (para él es el de las coimas): pero por él, el empresario ahorra dinero a costa de nuestra salud. Y además arruina nuestro ambiente, arruina nuestra agua, nuestro aire, el lugar donde nuestros niños o sus propios hijos alguna vez van a ir a jugar. Y a enfermarse.
Grandes empresas construyen (con negociados) en zonas donde por ciertas razones antes no se permitía edificar, a veces encima de basurales, otras deteriorando un paisaje, otras a pesar de arruinar un atractivo turístico de valor actual o potencial, que es patrimonio cultural del país. Otras empresas se apropian de espacios verdes urbanos en su propio beneficio (rapiña, fraude, exacciones), hay quien vende a precios irrisorios sin reglamentar grandes territorios nuestros (estatales) a extranjeros (cuadra el título olorífico de vende-patrias), empresas que se quedan con las salidas al río que de otra forma te permitirían alcanzarlo, otras ponen carteles que distraen al conductor en las rutas (contaminación visual), hay las que instalan antenas con ondas electromagnéticas en zonas urbanas, sabiendo que dañan la salud, o las que persisten en tener transformadores con PCB y ondas que contaminan y matan, las que usan venenos: arsénico o cianuro, para explotar minas de minerales con metales preciosos arrojándolos luego al agua dejando envenenado el ambiente (más sulfúrico y contaminantes), hay industrias que tiran ponzoñas que enferman, en ríos y arroyos, matan a los peces, contaminan un valioso recurso finito, producen daño ambiental (necrofílicas), otras que queman residuos lanzando al aire dioxinas y furanos (asesinas), otras ventean gas, otras reúnen basura en cavas, las dejan abandonadas contaminando las napas, o la acumulan en el entorno de ciudades en grandes cantidades sin reciclar, produciendo lixiviados que pronto pasarán a los cursos de agua contaminándolos, empresas de agua agregan cloro cancerígeno como solución bactericida, en vez de filtrar, y arrojan los efluentes cloacales sin tratamiento previo al río o a los arroyos, otras empresas publicitan especialmente para que tus hijos fumen, se alcoholicen o se droguen, hay las que incitan al juego de loterías haciendo creer que así todo se usará para beneficencia, etc…
Ya no se puede bañar sin correr riesgos de enfermarse en el río, ni pescar o consumir el pescado, ni tomar el agua sino con costosos procesos inseguros de potabilización que pagamos entre todos. Esto también es falta de seguridad. Encima te dicen: cumplimos con todas las normas… ¿A qué clase de legislación y jueces estamos sometidos? ¿Qué valores tienen los que hicieron esta legislación? Un mejor ambiente es posible. Una mejor legislación, también. Queremos jueces no contaminados. Queremos una vida segura, sana, limpia y responsable.
No a la contaminación ambiental.
Cordialmente,
Pablo Luis Caballero
Fundación Integradora Latinoamericana Ambiental FILATINA
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