Hay periodistas y hay quienes dicen ser periodistas. El hecho de poseer una matrícula que los reconoce como tal, no es un pasaporte para el libre albedrío. Hay otros, periodistas, que sin haber pasado por el claustro correspondiente hacen verdaderamente honor a una profesión y no a un simple oficio como algunos lo practican. Claro que, la diferencia está en el producto final, la gente, el lector, el televidente o simplemente el oyente de radio que sigue el trabajo periodístico con el objetivo de informarse, percibe donde está el PERIODISTA y donde está el periodista de oficio, ése que se hizo pateando redacciones sin saber a ciencia de qué se trata la palabra vocación.
Es por eso que muchas veces el resultado termina siendo perjudicial para la sociedad, porque se trata de tipos que difaman, mienten, hacen periodismo de sus colegas con descalificaciones y agresiones gratuitas, subestimando la labor ajena cuando nadie les hace observación alguna sobre su conducta. Esos son, precisamente, los llamados periodistas que por alguna razón a su trabajo lo cubren de resentimiento constantemente, por que creen que el mundo aún está en guerra y la victoria final a corto plazo.
Esos son los periodistas que no conocen las palabras: ética, conducta, seriedad, fidelidad y sinceridad, sus días parecen correr a alta velocidad y luchan por lograr en la sociedad una posición de relevancia, muchas veces pisando las cabezas de colegas que se ponen delante de su horizonte, que por cierto es mucho más pequeño que el de aquel que ejerce una profesión con nobleza y sentido común. Solo saben pelear, y de la peor forma, de modo que utilizan sus medios o el que tengan a su alcance para cargar las tintas sobre labores ajenas, perdiendo un precioso tiempo que no está destinado al público como debería ser, sino a poder expresar su bronca y su poca cultura que ponen de manifiesto en cada renglón que escriben, creen que la sociedad se les debe cuando en realidad, debe ser lo opuesto.
A eso se le llama “periodismo canalla”, utilizan cualquier artilugio para hacer notar detalles intranscendentes de aquellos a quienes considera enemigos, cualquier situación les sirve para que lo que no es noticia, en definitiva lo sea, tienen la mirada muy corta y difícilmente lo mire a usted a los ojos, están vacíos, y son huecos en todo sentido. Por suerte, a nuestro alrededor son pocos. Con un detalle muy importante, no se reciclan porque no hacen escuela, y eso, eso es lo positivo.
Hector Reynoso
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